Hace dos años, una terrible noticia inundó los titulares de los principales medios del país. El 20 de enero de 2021, una explosión de gas en la Calle Toledo hizo saltar por los aires nuestra parroquia, la queridísima y popular Virgen de la Paloma, llevándose consigo a dos buenos amigos —un sacerdote y un padre de familia— así como a otras dos personas que se encontraban en el lugar equivocado en el momento menos oportuno.


Nuestra parroquia es mucho más que un edificio, es nuestra segunda casa y, gracias a ella, se ha ayudado a muchísimos madrileños y personas de diversos lugares del mundo a encontrar esperanza. Nuestra pastoral cuenta con catequesis para todas las edades, y este edificio ahora derruido era también lugar de estudio para los jóvenes, biblioteca, bolsa de empleo, banco de alimentos, Cáritas, atención al mayor, además de puerto desde el que hemos enviado a más de 50 misioneros para anunciar el evangelio en más de una treintena de países.


Por eso estamos aquí, y vamos a hacer todo cuanto esté en nuestra mano para devolverle a Madrid este trozo que perdió hace dos años.


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